Irán celebró el viernes unas elecciones presidenciales anticipadas tras el fallecimiento de Ebrahim Raisí, sin que ningún candidato emerja como favorito claro, en medio de preocupaciones por la situación económica y social del país.
Según informó la Comisión Electoral iraní, cerca de 58,000 colegios electorales estuvieron abiertos desde las 08:00 hora local hasta la medianoche, con tres extensiones de horario para fomentar la participación de los 61 millones de electores convocados.
El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, fue el primero en votar en un acto televisado, instando a la población a participar para garantizar la fortaleza y dignidad de la República Islámica frente al mundo.
Los principales contendientes en estas elecciones son Mohammad Baqer Qalibaf, Saeed Jalili y Masoud Pezeshkian, representando perspectivas políticas divergentes que reflejan los desafíos geopolíticos actuales, incluida la cuestión del programa nuclear y las tensiones regionales.
Se anticipa que los resultados de las elecciones se anuncien el sábado, con la posibilidad de una segunda vuelta dada la probabilidad de que ningún candidato alcance el 50 % de los votos.
El descontento popular se ha intensificado debido a problemas económicos significativos, como una inflación del 40 %, alta tasa de desempleo juvenil y la depreciación del rial, además de tensiones sociales exacerbadas por incidentes como la muerte de Mahsa Amini en 2022, que provocó protestas contra las autoridades.
A pesar del llamado de Jameneí a la participación electoral como muestra de legitimidad del sistema, muchos iraníes ven la abstención como una forma de protesta contra el actual régimen político y económico.
Las elecciones parlamentarias de marzo registraron la participación más baja en los 45 años de la República Islámica, mientras que las elecciones presidenciales de 2021 tuvieron una participación del 48 %.